Dentro de una empresa se pueden diferenciar dos niveles de cumplimiento. Por un lado se deben cumplir las normas externas que se imponen a la organización, y por el otro de deben crear sistemas internos de control para lograr que se cumplan las normas impuestas desde el exterior. Además se deben crear mecanismos para lograr que se cumplan las normas impuestas internamente de igual forma. Por ello se debe conformar un equipo que sea el encargado de ejecutar estas tareas.
Cualquier empresa que incorpore en su estructura organizacional a un departamento de compliance, y sitúe al frente del mismo al denominado ‘chief compliance officer‘ o director de cumplimiento normativo, obtendrá una ventaja competitiva y una diferenciación.
Es la persona responsable de supervisar y gestionar todo lo relacionado con el cumplimiento y que puede tener una responsabilidad legal o penal. Sus principales funciones son: la identificación de riesgos, analizar cambios estatuarios y reguladores, determinar medidas preventivas y correctivas, impartir formación a directivos y empleados para que conozcan y apliquen todas las normas, y revisar periódicamente el funcionamiento de los procedimientos, así como la actualización de los mismos
Como ya hemos visto, el compliance involucra un conjunto de bloques normativos, que dependiendo del país pueden estar agrupados de distintas maneras. El Compliance Officer no tiene que ser un técnico especializado en cada una de ellas, pero sí debe poder supervisar las áreas, detectar los puntos débiles dentro de la organización, tener la capacidad de desarrollar mecanismos de control y controlar su evolución.
En la medida en que las empresas tienen estructuras más amplias, se dará siempre el caso de un Director de Cumplimiento que aun siendo experto en alguna de las ramas, deberá confiar en otros profesionales para aquellas que no maneja directamente.